Se ha terminado el bajo juicio de terceras personas.
Tras 4 juicios en los que ni el juez es capaz de Juzgar a un hombre,
por insultarme mientras hacía la compra, escupirme un Neo-Nazi en el metro de Madrid, Moncloa...
Después de sufrir maltrato durante toda mi vida, después de que la Policía
no deje apenas un silencio sostenido a mi vida...
Tras varios intentos de suicidio.
Quiero dedicarme al cine para que cada vez que vea a una persona,
sea o no, de otra etnia, sea o no mujer, sea o no persona, sienta el odio,
la venganza, la ira, el sentimiento de afixia, la necesidad, la duda, el aliento,
el opresor... en mi mirada.
A veces culpamos a los grandes genios, de intensificar por lo insostenible que parezca su verdad, la irracionalidad del siglo XXI, un siglo idealista y embebido,
asperezas de la sociedad sin ternura, de insúltos, donde sólo queda el sexo...
Donde no quedan personas ni sentimientos.
Donde los actores, funcionan como piezas o peones, inmovíbles dentro de la perspectiva más dura, mi generación, the DRAS Generation.
Una generación violenta, vacía, como aquellos tiempos donde nunca recuerdas a una mujer que te quiera.
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